No creo que a nadie le quepa duda a estas alturas del partido, de quién o quienes están detrás de los últimos actos subversivos acaecidos en importantes ciudades de España. Pero quizá debamos detenernos un momento y reflexionar acerca de el porqué de estos actos violentos.
Jóvenes y no tan jóvenes aprovechan la más mínima oportunidad para mostrar su odio y una rabia desmedida, intentando derrotar al Estado de Derecho y a quienes lo propugnan y defienden.
Podría ser por varios motivos: bien porque de verdad se esté viendo coartada su libertad de expresión, o quizá sea porque el Fascismo ostenta el poder en nuestro País y es urgente y necesario librarnos de sus garras, o más bien porque llevamos demasiado tiempo permitiendo una involución política que no nos llevará, ni a ellos ni a nosotros, a buen puerto.
¿Cómo lo hemos permitido? me pregunto. Quizá hemos hecho dejadez de nuestros derechos y de nuestra función como sociedad responsable, a la hora de elegir adecuadamente a aquellos que dejamos decidir políticamente nuestro futuro y a qué dedican estos su tiempo ( el que el resto pagamos) y esta es una de sus consecuencias, aunque posiblemente no sea la más grave, ya que ésta puede estar aun por llegar.
La corrupción de unos, la indecisión de otros, las vaguedades y las improvisaciones del resto, o bien la distancia al ciudadano de a pie, ayudan poco a la hora de que tomemos la decisión mas correcta y esto es , y no otra cosa, lo que ha permitido y coadyuvado a que personas tóxicas, con pensamientos tóxicos y cargados de toxinas irrumpieran en el escenario político.
Unos alientan desde sus cómodos y privilegiados sillones al radicalismo y a la barbarie al grito de "lucha antifascista", como si España estuviera en los tiempos de la Falange de las JONS, y otros callan esperando rédito político , o más bien que la pelota no se les vuelva en su contra y les pase factura, otorgando crédito con su silencio.
No diré que tenemos lo que nos merecemos, pero si diré que tendremos lo que nos merezcamos; y hablo a futuro porque el futuro está ahí, a la vuelta de la esquina, esperando a que tomemos la decisión de actuar o de callar ante lo que nos ocurre.