Ya estamos acostumbrados y le vamos dando cada vez menos importancia al hecho de que se deshagan matrimonios y familias con tanta velocidad, que de un fin de semana a otro la situación se vuelve antagónica.Donde había una relación aparentemente estable , que con sus más y sus menos se mantenía unida y daba sosiego y calma a su entorno, en milésimas de segundo se convierte en una larga lista de reproches y quejas que destruyen e infravaloran la trayectoria e ilusiones que la fundaron.
La frase más frecuente , por no decir la más recurrente es: ¡Tengo derecho a vivir mi vida! como si la vida pudiese vivirse como cada uno quiere, sin dificultades ni obligaciones o contratiempos, pensando que existe la pareja o la familia perfecta que nos lo dará todo.
La familia es un pilar fundamental de la sociedad y no sólo en lo económico: es el amparo de sus miembros y el lugar al que recurrir en tiempos tan duros como estos. ¿Cual sería la impresión de esos hijos que vuelven a casa y piden ayuda por estar desempleados o por la rotura de su matrimonio, o simplemente porque necesitan contar con la ayuda de sus mayores para cosas tan precisas como llevar o recoger a los hijos del colegio o de sus actividades extra-escolares , si su familia les dijese que lo sienten mucho pero que ellos no les van a ayudar y que han de entender que tienen derecho a vivir su vida?
De lo que más hay en el Mundo es razón, es más, cada uno tenemos la nuestra, pero si echamos la vista atrás comprobaremos que, excepciones aparte, quizá no se hizo lo suficiente por preservar esa relación familiar , que no se apostó lo suficiente por mantener esa unión y dar cobertura al fruto que son los hijos y a los creadores que son los padres , que fue más fuerte el egocentrismo y el aislamiento personal o los deseos de triunfo y poder que la relación como grupo.
El ser humano necesita socializarse, es intrínseco a nuestra naturaleza, y lo demuestra el hecho de que ambos sexos , al menos durante una época de nuestra vida, intentamos crear un vinculo familiar y lo conseguimos en la mayoría de los casos ( casi siempre pidiendo el apoyo a la estructura familiar que nos da sustento ).Pero muchos no consiguen mantenerlo a flote, se desesperan y se agobian pensando que el tiempo se les escapa sin darse cuenta de que el tiempo es imparable; sin ser conscientes de que pararlo no les dará la felicidad. La felicidad la da otro tipo de cosas: el amor, los amigos, los hijos, los padres, los abuelos, los nietos... y en definitiva todos aquellos que de forma cercana nos aportan seguridad y cobijo sin pensarlo un minuto y sin pedirnos nada a cambio ; rectifico, si que nos piden algo a cambio, nos piden que les devolvamos ese cariño, esa protección, y en definitiva ese calor familiar que antes nos dieron.
Seguro que cada uno podría aportar miles de motivos para justificar que dicha desmembración , en su caso, era o es inevitable, pero yo les animo a que antes pregunten a otros que han pasado por su misma situación, que les aclaren si realmente han conseguido lo que buscaban y cuál ha sido el precio, que les confiesen si han podido soportar despegarse de sus hijos y no verlos cada día o cada noche al acostarlos, que les digan si realmente ese mundo con el que soñaban ha sido tan maravilloso, y lo que es más difícil de contestar, que confirmen o desmientan que con un poco de esfuerzo y mesura no podrían haber alimentado ese vinculo familiar y en definitiva haber sido más felices .
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