Ya no es un tema baladí, es una cuestión de supervivencia política.
Los grandes partidos políticos están perdiendo la batalla frente a los que promocionan un ideario que sostiene un mensaje distinto , que ilusiona y provoca sentimientos de reacción ante los que, con gran distancia, han gobernado de forma alternante durante las últimas décadas. No es nada nuevo. Ya irrumpió en la década de los ochenta un PSOE que prometía una justicia de bienestar social y predicaba el acoso a los poderosos monopolios, que eran los que en teoría impedían el progreso de la sociedad. Más tarde vimos y seguimos viendo como la corrupción (FILESA, GAL, Fondos reservados, ERES, etc.) y las puertas giratorias demostraron cual era la realidad social que se perseguía.
Ante las crisis económicas, el Partido Popular se vio abocado al papel de salvador de la patria y defensor de la economía de mercado como único remedio a los problemas del sostenimiento del sistema público, incrementando la deuda pública hasta extremos desconocidos. Prometiendo rebajas fiscales y al momento(justificadamente según ellos) hicieron lo contrario. La corrupción entró por la puerta grande y no ha terminado de salir por la ventana. Las puertas giratorias, la elección de los cargos de confianza, las tarjetas Black, Gurtel, Púnica,Umbra,etc., etc. han puesto de manifiesto las verdaderas intenciones de muchos de sus dirigentes.
El resto de partidos políticos ,de menor presencia, han intentado luchar a contra corriente ,y los que no han perdido terreno, han ganado muy poco. La sociedad no los escuchó con atención.
Hoy la sociedad está desatinada. Aburrida. Desmoralizada.
Los que defienden un sistema liberal, tienen miedo a postularse. Temen defender lo indefendible, no porque sea mal remedio, sino porque hablar de una defensa del capitalismo es contraproducente. Hablar de capitalismo es hablar de ricos, nada más erróneo. El capitalismo es la única vía de escape para el progreso del que menos tiene en su punto de partida.
Los que defienden el control de lo público de manera centralizada y el incremento del gasto social, lo hacen con la boca pequeña. Hacerlo, aparentemente significa defender un incremento del gasto público y por tanto mermar las arcas del Estado.
Aprovechando que “ A rio revuelto, ganancia de pescadores” , aparecen los que tienen remedio para todo y nos proponen tirar por la calle de en medio y darle la vuelta. Suena bien, pero esa película ya la conocemos y el final no acaba bien. A las pruebas me remito….
Perder el miedo y dar la cara. Expulsar y apartar de la política activa a quienes, aunque sea de manera presunta, hayan participado o hecho dejadez de sus funciones ante los casos de corrupción; dejar paso a las voces internas más críticas de los partidos políticos (es una muy buena opción) ;permitir a los afiliados una participación en la elección de los cargos electos y de los miembros de los órganos de control (es sano y regenerativo) .
Los ciudadanos están hartos del mismo discurso y de las mismas caras, que defienden a diario en los medios , sin una creencia firme y profunda, unas acciones de más que dudosa honestidad.
Pueden hacerlo. Pueden partir de cero, y lo harían con una base sólida de experiencia de Gobierno, ya que han participado tanto en su construcción democrática como en su desarrollo.
Simplemente poniendo en valor los principios ideológicos de sus estatutos es un buen punto de partida.
Yo creo que es mejor morir en el intento, que dejarse arrastrar por la corriente, una corriente, que por cierto, viene fuerte y sin miramientos.